miércoles, 20 de febrero de 2013

La medicina alternativa

Hace algunos años, para Radio Universidad de Guanajuato, entrevisté a la Dra. Verónica Gamiño, quien por aquella época era la jefa de Enseñanza Médica de la Secretaría de Salubridad en el estado. Todo un personaje y a más de ello una mujer muy culta. Lo que se programó para una entrevista de una hora, se prolongó a cuatro de ellas. Mi primera pregunta fue de “cajón “; ¿Dra. “cómo encuentra a la medicina actualmente?”, le pregunté. Su respuesta me sorprendió. “Está en proceso de extinción”, me dijo. Casi me voy de espaldas, pero se extendió en su respuesta. “La medicina como la conocemos, está atravesando por un sendero de modernización. La biotecnología o ingeniería biológica, como ya se le está llamando, ocupará su lugar”. Respiré más tranquilo y me puse, mentalmente a revisar la historia de la medicina, no sin antes considerar el gran número de especialidades que conforman a la actual, que lo que en realidad hacen es fracturar al organismo humano en partecitas y pierden de vista la unidad, la integración del cuerpo humano; otorrinolaringología, que ve del cuello hacia arriba; nefrología, puros riñones; oculista, dedicado a los ojos; pediatría, que de los niños no pasan; cardiología, enredados en el corazón y así por el estilo.
Y ya entonces me retraje 30 mil años hasta llegar a la herbolaria; que por cierto yo la sigo utilizando a través de tés de hojas de zapote blanco, que por un lado baja la hipertensión y genera unos sueños muy reparadores. Se lo recomiendo. Recordé a Esculapio, el del bastón donde se enreda una serpiente; seguí con Hipócrates a quien se le considera como el padre de la medicina. Seguí por las prácticas árabes, con Avicena; llegué a Vesalio seguí con Harvey, por 1628 y el descubrimiento de la circulación sanguínea; más adelante el microscopio y luego la primer vacuna, en 1796, contra la viruela. A inicios del siglo XIX el estetoscopio, las primeras anestesias y las prácticas antisépticas en la cirugía, todo ello a mitad de ese siglo; a finales de ese XIX se fundan las bases de la bacteriología y en 1900 se inician los primeros tratamientos del cáncer con radiaciones.
Para 1920 ya tenemos la insulina, la primera operación de válvula cardiaca, la curación contra la anemia perniciosa y la vacuna antituberculosa. Diez años después las sulfamidas y la definición de “stress” tan de moda en la actualidad. Hacia 1940 los primeros antibióticos y la cortisona. Y de ahí para adelante todo: anticonceptivos, vacuna contra la polio, psicofármacos y trasplantes de órganos, que es por donde andamos. Claro que todo esto se refiere a la alopatía, que es la medicina que conocemos, la clásica. Pero junto a ella se han desarrollado otras técnicas curativas, como la homeopatía, un sistema creado allá por 1799 por el alemán Hahnemann, que descansa en la administración de dosis mínimas de sustancias análogas de las que se desea combatir. Como quien dice, “un clavo saca a otro clavo”. A la homeopatía ya podemos considerarla como una especie de medicina alternativa; pero otras prácticas vienen desde muy atrás y así lo es la acupuntura, muy utilizada en China y otro método que se practicaba en el Egipto clásico e incluso se dice que Cleopatra era muy dada a recurrir a él; me refiero al bio-par-magnético, al que yo le llamo imanoterapia. Se utilizan imanes de diversos tamaños, siempre en par, positivo y negativo, para ir eliminando factores patógenos como virus, bacterias, etc. Una hermana mía domina muy bien esas prácticas e incluso yo las estoy tomando y, créame, los resultados son asombrosos.


COMENTARIO:

Esta noticia fue publicada el 30 de enero de 2012, en el periódico mexicano “Rechevere”, por el periodista Rodríguez Álvarez, quien a través de esta noticia realiza una explicación de la relación entre la medicina alternativa y la convencional, tomando como referencia el origen histórico.

Ambos tipos de medicinas se iniciaron paralelamente, e incluso beneficiándose mutuamente y avanzado a la par.
Pero el desarrollo de la ciencia en el siglo XX, selecciono a la medicina convencional como la más adecuada y científicamente probada. Estudios posteriores (los cuales se han reflejado a lo largo de este trabajo) demuestran como un tratamiento óptimo es aquel en el que se combinan ambas, siendo la armonía de ellas lo que consiga una pronta recuperación del paciente.














Demostrando así que el tesoro más importante para el humano lo es y será la saludY la salud al fin de cuentas, no es más que un sano equilibrio entre cuerpo y mente. Por lo tanto no hay que olvidar que edades e ideas avanzan juntas. Por eso creo que cada día encontraremos nuevos métodos de medicina alternativa y el reforzamiento de los ya conocidos desde hace milenios. No olvidemos que la salud es lo primero.

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